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Palau de la Música Catalana

El Palau de la Música Catalana es la obra más representativa e internacionalmente reconocida de Domènech i Montaner, catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y como Monumento Historicoartístico de interés Nacional en España.

Es la manifestación culminante del Modernismo catalán en todos los sentidos, tanto arquitectónico como de recuperación de la tradición popular y de ensalzamiento de los valores nacionales. En el Palau se cumple la aspiración wagneriana que tanto perseguían los modernistas de integración de todas las artes: las escénicas –música, teatro, poesía, etc. – y las artes aplicadas.

El Palacio es la sede del Orfeó Català, entidad dinamizadora de la música en Barcelona desde el año 1891, que lo encargó a Domènech i Montaner. También es muy conocido por la gran actividad musical de su sala de audiciones, de gran calidad acústica.

El edificio

El Palau se construyó sobre un solar muy irregular. Aunque luchó contra este impedimento y contra la estrechez de las calles en las que se ubicaba, Domènech lo concibió como una gran caja de música con cristales, cuyas divisiones internas fueran muy flexibles y poco imprescindibles.

Artes aplicadas

La riqueza decorativa del edificio es proverbial, gira casi enteramente sobre temas florales, abundosamente en vitral, una especialidad en la que se cuenta con una pieza estrella de Antoni Rigalt: la cúpula invertida de la gran sala en diferentes tonos de amarillo en el centro y de azul alrededor, además de todas las cristaleras laterales.

En escultura, hay piezas de los mejores escultores de la época, como los magníficos caballos de Pau Gargallo y los grupos del proscenio, el arco que simboliza la música clásica y la música popular; el coro de las musas del escenario, mitad escultura mitad mosaico de tipo romano sobre un fondo de trencadís de color teja, representativas de las músicas nacionales, de Eusebi Arnau, o el conjunto de Miquel Blay dedicado a la canción popular, en el chaflán exterior del edificio.

Los mosaicos también son una característica a tener en cuenta, tanto en el interior como el exterior, obra de Lluís Bru. Ya en la entrada, recubren la doble hilada de columnas en dos profundidades y la taquilla. En el registro superior de la fachada principal figura una importante composición figurativa en mosaico que representa un gran coro mixto cantando bajo el estandarte del Orfeó Català. Bajo esta composición, los bustos de los compositores más conocidos de la historia de la música coronan los elementos de contrafuerte que descargan el peso de los forjados interiores.

El diseño modernista aparece en otros muchos elementos, como la cerámica, que en múltiples formas y diseños recubre techos, suelos de pavimento hidráulico, forma capiteles y basamentos de balaustres de escalera, y un largo etcétera de aplicaciones diversas.

Otras piezas importantes de diseño son las lámparas, desde guirnaldas alrededor de las columnas en el primer rellano de la escalinata hasta las grandes elaboraciones al pie de la escalera o bajo los mosaicos de plumas de pavo real de la sala grande. Otras piezas más anecdóticas son las mesas de mármol y patas de hierro del café.

La reforma

En 1983, el arquitecto Òscar Tusquets emprendió una reforma que incorporó un nuevo acceso al patio medial y potenció el foyer para adecuar el edificio a los usos culturales más contemporáneos.